Viejos comiendo sopa. Cuadro de Francisco Goya
VIEJOS COMIENDO SOPA
Ahora deben estar
en algún bar costero.
Una cerveza sobre la mesa,
tal vez unas cartas.
Carcamales traviesos
que se divierten
de la gente que pasa.
Y ríen a aquellos jóvenes
que no huelen la mar;
señalan a los
que caminan preocupados,
sin puerto que los acoja.
Vejestorios huesudos
con salitre en el pelo,
que cantan
con la despedida del sol
-borrachos hasta
las orejas-
a los esquifes,
a la arena,
a las gaviotas,
al nivel de la marea
y a todos aquellos
que aún no temen
la llegada de la noche.
Eczemosos y
vestidos de luto,
porque mañana no estarán.
Festejan risueños
las vidas que no son vidas y
a los viejos mal envejecidos,
que también se van.
Imaginan al mundo
tendiendo la mano
a aquellos
que en un futuro
se sentarán también
donde ahora
ellos se han sentado.
¡Y qué juerga montan los viejos,
al saber que esa
es una mano que más vale no tomar!
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